Según el autor de esta columna, la respuesta tiene un "sí" y un "no". Conoce los dos enfoques que contiene la opinión es este experto en calzado deportivo.
Por Cristián Sieveking, ultramaratonista y Director de Revista PuroFondo.
Esto podría tener dos respuestas, sí y no. Para que sea "sí", tendríamos que pensar en la ayuda que nos da el calzado en cuanto a la protección de los pies respecto del terreno, las condiciones climáticas, la respirabilidad, la comodidad, etc. Y, obviamente que tomando en cuenta este aspecto, es innegable que podemos mejorar nuestro desempeño si estamos mejorando nuestro confort y protección.
Pero, por otro lado, la respuesta es "no", si creemos que las zapatillas nos harán correr más rápido, o que nos aliviarán al “impulsarnos” hacia delante. Esto no es tan así...
Desde hace muchos años las marcas deportivas vienen desarrollando todo tipo de tecnologías para mejorar la performance del corredor. La gran mayoría de estas "revoluciones" han sido fracasos estrepitosos, como el ERS (
Energy Return System) o el PP (
Propulsión Plate), entre muchos otros.
Bueno, el motivo de estos fracasos de las tecnologías de “retorno de energía” es bastante simple. Como sabemos, las zapatillas ideales para correr necesitan ser (ojalá) livianas, estables, con buena durabilidad, respirabilidad, etc. Bueno, para lograr todas estas características debemos entender que cada una de éstas trabaja en contra de la otra, y esto es lo que hace complicado el tema. Por ejemplo: si queremos que tenga mucha amortiguación, vamos a perder estabilidad; si queremos que sean livianas, vamos a perder durabilidad, o, si queremos que sea respirable, no tendremos impermeabilidad..., y así.
En el caso particular del “retorno de energía”, es físicamente imposible que la zapatilla nos impulse hacia delante. Para que esto ocurriera, el elemento con que se construye el talón de la zapatilla debería tener la resistencia suficiente para recibir un impacto de tres o cuatro veces nuestro cuerpo, es decir, soportar unos 260 kilos (para alguien que pesa 75 kilos), y luego expandirse impulsando al corredor hacia delante.
La marca que trató de dar la resistencia básica para lograr esto con el “ERS”, tuvo que instalar dispositivos demasiado duros para obtener el retorno necesario, lo que hacía que la amortiguación se anulara por completo. ¿El resultado? Lesiones, siendo la más común el espolón calcáneo, por la dureza de la zona.
Ahora bien, el "retorno de energía" sí se puede lograr cuando la entresuela tiene la capacidad para recuperar el 100% de su capacidad de amortiguación entre un paso y el siguiente. Ese es el verdadero desafío.
Hay corredores que, motivados por información errónea que circula en la web, dejan "descansar" a sus zapatillas, y las van alternando con otras que tienen para que éstas se "recuperen"... Bueno, eso tendrá que quedar para un próximo mito.
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